Introducción a la seguridad de la Web3
La Web3 se basa en la descentralización. En este artículo, vamos a analizar las ventajas y riesgos que conlleva la Web3, y formas de curarse en salud.
Lee este artículo →La Web3 ofrece a los usuarios la oportunidad de ser propietarios de sus activos. Mientras que las finanzas tradicionales están centralizadas (es decir, están respaldadas por el gobierno y almacenadas en un gran banco), en la Web3 están descentralizadas. Aunque el futuro traiga nuevas tecnologías, hoy en día esta descentralización está impulsada en gran medida por las criptomonedas y blockchains.
Pero esta descentralización implica que los usuarios de la Web3 deben tomar una decisión importante: dónde depositar su confianza y cómo almacenar de forma segura sus criptomonedas. Aunque hay algunas opciones de custodia en la Web3, una alternativa probablemente más segura es mantener los activos en una cartera de criptomonedas. Es lo que se conoce como “autocustodia”.
Hay quienes comparan la autocustodia con guardar activos (como oro o dinero en efectivo) en una caja fuerte, en lugar de un banco. Una mejor comparación sería que la autocustodia es como ser tu propio banco. Con la autocustodia, sólo tú tienes la capacidad de gestionar tus activos (o hacer transacciones con ellos). Además, no renuncias a las ventajas de las criptomonedas: son nativamente digitales, accesibles 24 horas al día, ofrecen tiempos de liquidación casi instantáneos y permiten hacer transacciones internacionales fácilmente.
Para entender los detalles y ventajas de la autocustodia, primero debes saber qué significa “custodia” y en qué se diferencia del “almacenamiento”.
Aunque este lenguaje no es del todo preciso, podría decirse que las criptomonedas se almacenan en una red blockchain. A todos los efectos, ahí es donde “viven” los activos. Se dice que quienes tienen acceso a esos activos tienen la “custodia”. Pero para explicar la custodia, primero debemos entender cómo se minan (o se acuñan/crean) los criptoactivos.
Cuando se minan los activos, se distribuyen a criptodirecciones de acuerdo con las normas de la red o del contrato inteligente (es entonces cuando los mineros de Bitcoin o los validadores de Ethereum reciben sus “recompensas” por mantener la red). A continuación, cada criptoactivo existente se asigna a una criptodirección, aunque no sea accesible (como la triste célebre dirección ETH). Esto significa que alguien posee, por ejemplo, todos los bitcoins (BTC) o ether (ETH) existentes. Una vez minados, es imposible que existan activos “sin reclamar” (es decir, no vinculados a una criptodirección).
Por otro lado, cada criptodirección tiene una clave privada asociada, que otorga el control sobre los activos que se almacenan en esa dirección. Quien tiene el control de esa clave privada se dice que tiene la “custodia” sobre los activos (de ahí la máxima -habitual en los círculos de la Web3- que dice “sin tus claves, no son tus criptoactivos”).
Por tanto, una cartera de criptomonedas no “almacena” realmente tus criptoactivos (eso ocurre en sus respectivos blockchains), sino que más bien almacena tus claves privadas. Para gestionar los activos de tu criptodirección a través de la interfaz de una cartera de criptomonedas, tendrás que darle acceso a tus claves privadas (a menudo importando tu frase de recuperación). Por esta razón, es importante que solo introduzcas tu frase de recuperación en un proveedor de carteras de autocustodia seguro y de confianza (como Cartera de Brave).
Aunque no es una analogía perfecta, se puede pensar en una red blockchain como en un complejo de autoalmacenamiento. Usando esta analogía, esperamos aclarar los conceptos básicos:
En el sistema financiero de la Web 2.0, confiamos nuestros activos a entidades centralizadas como bancos y gobiernos. Cuando depositas dinero en un banco, das a un tercero el control (o la custodia) de tus activos, confiando en que el banco tendrá ese dinero listo para que lo retires más tarde. Si por alguna razón el banco no lo tiene, confías en que está asegurado y en que tu gobierno te reembolsará cualquier pérdida.
En lugar de confiar la custodia a bancos y gobiernos, la Web3 te permite controlar directamente tus activos. Mientras que los servicios de intercambio centralizado (CEX) han surgido para facilitar el auge y custodia de las criptomonedas, el verdadero espíritu de la Web3 es la autocustodia. Después de todo, confiar en un CEX significa confiar en una corporación centralizada que es (en muchos sentidos) tan opaca como un banco. Claro está que aún existe cierta centralización en la Web3 que presenta sus propios riesgos (basta con considerar el reciente estallido de FTX). Pero la autocustodia te da otra opción, y un nuevo conjunto de consideraciones de seguridads.
Con una cartera de autocustodia, tú eres el único responsable de la seguridad de tus activos, porque solo tú controlas las claves privadas. (Ten en cuenta que antes de que existieran los CEX, todas las carteras de criptomonedas eran de autocustodia).
La contrapartida está clara: la autocustodia significa que no necesitas confiar en bancos, gobiernos ni CEX, pero sí en los sistemas descentralizados que decidas utilizar. Eres el único responsable de proteger tus claves privadas frente a pérdidas y robos.
En cuanto a los criptoactivos, hay dos tipos principales de custodia: custodia de terceros y autocustodia. La diferencia radica en quién controla las claves privadas de una criptodirección.
Por lo general, los servicios de custodia de terceros son los CEX. Estas entidades suelen estar (aunque no siempre) reguladas y autorizadas en sus jurisdicciones, deben tener algún tipo de seguro para los depósitos de los usuarios y están obligadas a seguir los procesos de Conozca a su Cliente (KYC, por sus siglas en inglés) y Antiblanqueo de Capitales (AML, por sus siglas en inglés). En este sentido, los CEX son muy parecidos a los bancos, lo que da a los usuarios cierta familiaridad y confianza en los servicios que prestan.
Aunque no han estado siempre ahí, los CEX son ahora la principal forma que tienen los nuevos usuarios de criptomonedas de comprar con divisas fiat (o “tradicionales”), como el dólar estadounidense. Proporcionan un servicio muy necesario para el sector de las criptomonedas, ya que funcionan como vías rápidas de acceso. Los CEX facilitan la compra de criptoactivos con una tarjeta de débito o una cuenta bancaria.
Los CEX también ofrecen grandes cantidades de liquidez para el comercio entre activos, lo que significa que a menudo pueden manejar fácilmente grandes operaciones sin interrumpir un mercado de comercio. Por ejemplo, retirar cinco millones de dólares de BTC de Coinbase no agotará tus reservas, y tampoco afectará indebidamente a los precios ni a la experiencia de comercio de otros usuarios.
En resumen, las principales ventajas de los CEX son las siguientes:
Sin embargo, una queja habitual sobre estas ventajas es que se aplican sobre todo a los principiantes (comodidad) o a los particulares con grandes patrimonios (liquidez y algunas protecciones de tipo bancario). Para muchos usuarios habituales de criptomonedas, la utilidad de los CEX no compensa los riesgos. Incluso algunas carteras de autocustodia tienen ahora proveedores de acceso que permiten a los usuarios comprar criptoactivos directamente con fiat sin necesidad de recurrir a un CEX.
El principal inconveniente de los CEX (y de la custodia de terceros en general) es la confianza ciega. Los usuarios deben confiar en que los servicios de custodia mantendrán los activos a salvo y actuarán en su interés. Que no presten los fondos del usuario sin su consentimiento. Que no quiebren ni pierdan los fondos de los usuarios (como en el caso de Celsius). Y que no cometan un fraude descarado (como en el caso de FTX). Aunque la regulación busca evitar este tipo de daños, a menudo se queda corta y son los usuarios quienes sufren las pérdidas.
La autocustodia es un concepto tan antiguo como las propias criptomonedas. Mucho antes de los CEX, la única forma de adquirir un activo como BTC era minarlo uno mismo o mediante una transferencia directa entre pares (facilitada por un servicio de pago como PayPal). Los CEX ganaron popularidad más tarde por su mayor comodidad. Hoy en día, sin embargo, los usuarios pueden comprar criptomonedas con fiat directamente desde muchas carteras de autocustodia, incluyendo la Cartera de Brave.
El principal inconveniente de la autocustodia es que resulta más técnica que la custodia de terceros. Requiere hacer un seguimiento de tus propias claves privadas (frases de recuperación). Y esto incluye protegerlas frente a robos y sucesos de fuerza mayor, como inundaciones e incendios. Pero podría decirse que la complejidad añadida de la autocustodia merece la pena, ya que puedes poseer y almacenar de forma segura tus criptomonedas sin depender de ningún intermediario.
Lo más habitual es que las carteras de criptomonedas de autocustodia se presenten en forma de “carteras conectadas”, es decir, con conexión a internet. Este tipo de carteras suelen estar disponibles como aplicaciones independientes, extensiones para el navegador o carteras nativas del navegador (como la Cartera de Brave). Las carteras conectadas almacenan tus criptomonedas y actúan como una especie de pasaporte digital para que los usuarios se conecten a aplicaciones descentralizadas (“DApps”) y exploren a fondo lo que ofrece la Web3, como las finanzas descentralizadas, los juegos y las redes sociales. (Por esta razón, las carteras de criptomonedas de autocustodia a veces se denominan “carteras de la Web3”).
Una criptodirección alojada en un CEX, por el contrario, no puede conectarse a DApps en la Web3 (es como una versión centralizada y diluida de una cartera de autocustodia).
Otra ventaja de la autocustodia es que también puedes usar una “cartera de hardware”, que es un dispositivo físico (similar a una unidad USB) que te permite almacenar de forma segura tus claves privadas sin conexión. La gente suele tratar las carteras de hardware como si guardaran algo de efectivo en el bolsillo, y las carteras de software como una caja fuerte donde tener más fondos en casa.
Para recapitular, estas son las principales ventajas de las carteras de autocustodia:
Elegir cómo custodiar tus criptomonedas es una decisión importante que no tiene una sola respuesta válida. Tus preferencias de custodia pueden cambiar con el tiempo o a medida que crezca tu cartera. Lo que funciona mejor para un principiante seguramente no sea suficiente para un experto. Y, lo que es más importante, muchos usuarios optan por combinar varios métodos: tener los saldos más pequeños en una cartera conectada para un acceso rápido, tener los saldos más grandes en un almacenamiento sin conexión (con frases de recuperación separadas de su cartera de software) y usar una cartera de autocustodia para aprovechar las posibilidades de la Web3. Al igual que con las acciones tradicionales, esta diversificación proporciona un nivel extra de protección frente a los fallos de algún método de custodia.
Si buscas un mayor nivel de seguridad, o probar una cartera de autocustodia, puedes optar por la Cartera de Brave. Tendrás todo el control de tus criptoactivos directamente en tu navegador.
La Web3 se basa en la descentralización. En este artículo, vamos a analizar las ventajas y riesgos que conlleva la Web3, y formas de curarse en salud.
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