Hay una tendencia hacia un Internet descentralizado. Se llama Web3, pero sigue habiendo muchas dudas sobre qué es realmente, en qué se diferencia y qué encontrarás cuando te conectes.
En un principio, la descentralización como motor de la Web3 era un tema de nicho que solo se planteaba entre comerciantes de criptomonedas, criptógrafos y desarrolladores web. Ahora, sin embargo, la descentralización está en boca de todos. Es una tendencia de pleno derecho hacia un Internet más abierto y seguro; una tendencia que, nos demos cuenta o no, se está haciendo notar más y más en todo lo que hacemos en línea.
La Web3 es un crisol de innovaciones como el metaverso. Además, está absorbiendo también plataformas tradicionales de la Web 2.0 (como las redes sociales, los juegos en línea e incluso herramientas financieras) y dando origen a nuevas versiones descentralizadas de las mismas.
En cualquier caso, antes de entrar en materia para descubrir qué podemos encontrar en la Web3, conviene explicar cómo se ha convertido en una realidad, y para ello vamos a hablar de las plataformas nativas de la Web3, que son más comúnmente conocidas como aplicaciones descentralizadas (o DApps).
Este artículo es, por tanto, una introducción a las DApps, que son el núcleo de lo que se está originando en la Web3.
¿Aún no tienes claros los fundamentos de la Web3? Consulta el artículo en el que los abordamos.
¿Qué son las DApps?
Las llamadas DApps son las aplicaciones (y sitios web o aplicaciones web) que conforman el Internet descentralizado. La mayoría de las aplicaciones descentralizadas de la Web3 tienen un aspecto similar al de los sitios web y aplicaciones normales. A nivel de interfaz (eso que se muestra en pantalla y con lo que al fin y al cabo interactúas) apenas se nota la diferencia con respecto a los sitios y aplicaciones de la Web 2.0, pero entre bambalinas, el funcionamiento de las aplicaciones descentralizadas es fundamentalmente distinto.
Los sitios web y aplicaciones de la Web 2.0 se alojan en servidores que generalmente están bajo el control de empresas (un servidor no es más que el ordenador en el que “habita” el código de un sitio o aplicación de la Web 2.0). Este es el modelo denominado centralizado, ya que los proveedores de las aplicaciones y los propietarios del hardware mandan sobre los servidores y, por tanto, sobre los servicios.
Para que te hagas una idea, piensa en una aplicación de la Web 2.0 como Uber. Esta empresa posee y gestiona sus propios servidores (o, en todo caso, los alquila a una gran tecnológica como Google o Amazon), por lo que controla su aplicación a todos los niveles. Ellos eligen por tanto las regiones admitidas, los conductores disponibles, los requisitos que estos han de cumplir, las tarifas reglamentarias y mucho más. Uber puede incluso activar o desactivar su servicio a su antojo o por obligación de alguna autoridad con poder para hacerlo, como el gobierno de un país, por ejemplo.
Las aplicaciones descentralizadas, en su mayoría, no están alojadas en servidores centralizados, lo que significa que no están bajo el control de un único propietario. Sus programas principales (con todos sus componentes) habitan en la blockchain, es decir, en una red de servidores que operan con independencia. No hay una autoridad central ni un interruptor de desconexión o apagado universal. En la Web3, a estos servidores descentralizados e independientes los llamamos “nodos”, y son los que hacen posible las redes de blockchain y la Web3 en conjunto.
Conviene tener en cuenta que Internet está aún en pleno proceso de transición a la tecnología Web3. Vivimos pues en un mundo híbrido (hasta que se complete, claro está), y en él ya hay aplicaciones descentralizadas de la Web3 ejecutándose parcialmente en la infraestructura de la Web 2.0. No obstante, como interactúan con un programa que se ejecuta en la blockchain, podemos considerarlas aplicaciones de la Web3 de pleno derecho.
Para más información sobre cómo la tecnología blockchain y los nodos hacen posible la Web3, echa un ojo a nuestra introducción a la blockchain y la tecnología que impulsa la Web3.
¿Por qué utilizar DApps?
Cuando se lanza una aplicación descentralizada en una red de blockchain, su alojamiento pasa a ser responsabilidad compartida de todos los nodos de dicha red, algo que brinda algunas ventajas propias de la Web3.
En primer lugar, las DApps son carentes de permisos. No hace falta recurrir así a un nombre de usuario y una contraseña, porque el criptomonedero actúa como pasaporte para acceder a todas las aplicaciones descentralizadas de la Web3. Por tanto, ya no es necesario recordar credenciales de acceso para acceder a las distintas aplicaciones, como pasa en la Web 2.0. Es algo que ahorra la Web3.
Por otro lado, las DApps son “resilientes”. En el mundo de la informática, con resiliencia nos referimos a que existen muchas copias de seguridad de algo; una gran red de seguridad en caso de pérdida o destrucción de alguna versión. Cuando una aplicación descentralizada se despliega en una red de blockchain, se convierte en un coanfitrión de cada nodo que almacena una copia del libro de contabilidad de blockchain. Al distribuir el alojamiento entre una red global descentralizada de nodos, las aplicaciones descentralizadas demuestran ser mucho más resilientes, o fiables, que sus versiones centralizadas (Web 2.0), también frente a problemas derivados de puntos únicos de fallo tales como cortes de energía o problemas de red.
En tercer y último lugar, las DApps son resistentes a la censura. Si un gobierno decide restringir el uso de Uber, por ejemplo, solo tiene que centrarse en desconectar los servidores de Uber en una región concreta. Sin embargo, como las DApps se apoyan en nodos distribuidos a nivel mundial, ningún proveedor de servicios o autoridad central puede deshabilitar el acceso a las mismas. Una vez desplegado el código de una aplicación descentralizada en una red de blockchain ya no se le puede arrebatar la conexión.
En resumen, las DApps son:
- De fácil acceso, porque los criptomonederos son universales para toda la Web3
- Seguras, por la gran resiliencia y geodistribución que ofrecen
- Mucho más difíciles de restringir, porque no tienen una autoridad centralizada ni un conjunto centralizado de servidores
Dadas todas estas ventajas, muchos desarrolladores ya están desarrollando y adoptando sus proyectos a modo de DApps de la Web3.
¿Qué DApps se están construyendo actualmente?
Hay DApps de todo tipo. Las más primigenias tuvieron su origen en la red Ethereum poco después de su puesta en marcha en 2017, las cuales giraban en torno a las finanzas descentralizadas (DeFi). Esas primeras DApps facilitaban el comercio de criptoactivos sin permiso ni censura en el incipiente mercado de las criptomonedas.
Las DApps de hoy en día van mucho más allá y sirven de puente entre la Web 2.0 y la Web3. A continuación enumeramos algunos de sus usos y finalidades más habituales:
Finanzas descentralizadas (DeFi)
Las DApps llevan los servicios financieros en línea al mundo de la Web3 de un modo moderno y evolucionado. Además, sin excepciones, hablamos de banca, comercio, inversión, préstamos, créditos y mucho más. Justo lo que se espera encontrar y a lo que estamos acostumbrados ya.
La diferencia clave entre las DApps de DeFi y las tradicionales de la Web 2.0 estriba en que el modelo de la Web3 prescinde de intermediarios, esos que suelen sacar tajada de los servicios financieros que prestan. De este modo, se pretende reducir los costes generales y hacer que los servicios financieros sean más eficientes, accesibles y asequibles de cara a los usuarios.
Un banco es un ejemplo perfecto de servicio centralizado. Cuando ingresas dinero en efecto, los sistemas internos de contabilidad del banco son los encargados de actualizar tu saldo. Si se produce un error, solo puedes acudir a una autoridad central para subsanarlo, es decir, el propio banco. Además, si deseas enviar el dinero que has ingresado en tu cuenta a la de un amigo, debes abonar una comisión por transferencia que fija e impone el mismo banco. Estos servicios además solo están operativos en horario de oficina por norma general, por lo que si haces una transferencia durante el fin de semana, posiblemente no la procesarán hasta el día laborable más inmediato.
En cambio, el ecosistema DeFi ha sido concebido y diseñado para abrir los mercados de servicios financieros a las bondades de la Web3. Gracias al modelo de seguridad descentralizado de la blockchain que se emplea en la Web3, las autoridades centrales quedan fuera de juego.
Estos son algunos ejemplos de acciones que puedes hacer con las DApps de DeFi que no te permiten los servicios de la Web 2.0:
- Acceder o comerciar con activos 24 horas al día y 7 días a la semana, es decir, no solo durante el horario habitual de mercado
- Transferir fondos a otra persona que disponga de conexión a Internet y un criptomonedero
- Solicitar préstamos utilizando criptoactivos como respaldo, o bien prestar dinero a otras personas para ganar intereses en forma de criptorrecompensas
Videojuegos descentralizados
Los videojuegos también salen ganando con la descentralización. Hasta hace poco, la industria del videojuego tenía un diseño de mercado sencillo: Los usuarios compran un sistema para jugar (por ej.: una consola), un juego y luego, quizá, suscripciones o contenidos del juego. Las grandes tecnológicas ganan dinero a espuertas al poseer todos estos activos generadores de valor y se benefician hasta la saciedad vendiéndolos a los usuarios una y otra vez, sin cambiar el modelo.
Las DApps para jugar en la Web3, sin embargo, alteran dicho modelo al permitir a los usuarios poseer el contenido que compran para poder hacer con él cuanto deseen. Dichas aplicaciones suelen ser gratuitas y no requieren permisos, como casi todo lo que abunda en la Web3, y lo único que tienes que hacer para jugar es vincular un criptomonedero.
Una vez te registres y obtengas acceso, podrás obtener nuevos personajes, objetos, habilidades y mucho más (dependiendo del juego, claro está). Estos activos de los juegos están “tokenizados”, pues existen en la blockchain como tokens criptográficos, y puedes añadirlos directamente a tu criptomonedero.
Imagina que has adquirido una espada bien poderosa en una aplicación descentralizada para jugar. Como dicha espada se halla representada por un token y se almacena directamente en tu criptomonedero, realmente es de tu propiedad, y permanecerá contigo en cada aplicación descentralizada para jugar a la que vincules tu criptomonedero. Además, como activo tokenizado que es, puedes ponerla a la venta en un mercado descentralizado de criptoactivos, dándote así la posibilidad de participar en una nueva economía que gira en torno a los videojuegos denominada P2E (siglas en inglés de “juega para ganar”).
Las DApps para jugar te permiten crear tu propio contenido, poseerlo y transferir su valor entre las distintas plataformas que uses. De este modo, tanto si creas tus propios activos como si se los compras a otra persona o los ganas jugando, tú eres el dueño de su valor y puedes venderlo fácilmente a otros usuarios. El sistema P2E presenta así una oportunidad para que los usuarios ganen criptorrecompensas por jugar a videojuegos descentralizados y, por tanto, muchas personas puedan ganarse la vida jugando en la Web3.
Redes sociales descentralizadas
La mayoría de las plataformas de redes sociales más importantes a día de hoy son gratuitas, es decir, no cobran nada a los usuarios por registrarse y participar en ella. Sin embargo, son a su vez algunas de las marcas y empresas más valiosas del mundo. ¿De dónde obtienen entonces semejante caudal de beneficios? De la publicidad, ni más ni menos. Las empresas dedicadas a las redes sociales ganan dinero recopilando, almacenando y vendiendo nuestros datos.
Las DApps de redes sociales de la Web3 ayudan a la gente a tener contacto en línea con amigos y familiares como hacen sus equivalentes de las Web 2.0, pero existe una diferencia importante, y es que las de la Web3 invierten el flujo de valor, ya que recompensan con criptomonedas por participar en la red y crear contenido en lugar de recopilar y monetizar los datos de sus usuarios.
Las DApps de redes sociales brindan a los usuarios una forma de establecer y mantener el contacto sin una autoridad central de por medio. Por tanto, todo se produce sin necesidad de permisos y existe una mayor resistencia a la censura. Además, estas aplicaciones suelen estar libres de publicidad, pues los usuarios pueden dar su apoyo al servicio mediante reducidos pagos con criptomonedas (conocido como “microtransacciones”) para poder publicar contenido. Esto funciona también a la inversa, ya que los usuarios pueden también obtener ingresos (a través de transacciones precisamente) cuando otros usuarios interactúan con su contenido, si bien hay que tener en cuenta que no todas las aplicaciones de redes sociales aplican este modelo monetario.
Las DApps de redes sociales abren también nuevas vías para que los creadores de contenido cobren una mayor parte del valor que generan (Youtube, por citar un ejemplo, se queda con el 45% de los ingresos de publicidad generados por los creadores de contenido en su plataforma). En ellas hay muchos menos gastos generales y también muchos menos intermediarios, y se da una floreciente microeconomía: la de las propinas, que permite a los usuarios apoyar económicamente a sus creadores de contenido preferidos, poniendo fin así la necesidad de recurrir a la publicidad para obtener beneficios.
Las DApps de redes sociales conservan la gran variedad de aplicaciones de esta naturaleza existentes en la Web 2.0. Steemit es como una Reddit descentralizada, LBRY es como un YouTube descentralizado, Entre es plenamente un LinkedIn descentralizado, Audius es muy similar a un Soundcloud descentralizado, y Twetch viene a ser un Facebook descentralizado. Sin embargo, todas estas aplicaciones, tanto las nuevas alternativas de la Web3 como las presentes en la Web 2.0, tienen un reto común: la participación. Las plataformas solo sobreviven si la gente las usa, las comparte y se conecta a ellas.
Facebook tuvo que destronar a MySpace, Instagram estuvo muy cerca de derrocar a Facebook antes de que esta última la adquiriera, y TikTok se ha convertido en la plataforma de redes sociales de más rápido crecimiento de la historia. Para que las DApps de redes sociales de la Web3 tengan éxito, necesitarán la presencia y participación de muchísimos más usuarios de los que hay actualmente, pero si nos ceñimos a la historia, es más bien una cuestión de cuándo se producirá su boom más que de si tienen capacidad para conseguir triunfar.
Descentralizando la Web
Al leer sobre las DApps de la Web3, seguramente habrás notado una tendencia común, la de que todas están inspiradas en una industria ya existente que está dominada por la centralización (en este caso, las finanzas, los videojuegos y las redes sociales). Estas industrias ofrecen una gran oportunidad para que los desarrolladores de la Web3 creen alternativas descentralizadas a los modelos ya exitosos y, al hacerlo, dar más valor a los usuarios que a los propietarios.
Conforme la Web3 siga creciendo y captando el interés de más y más usuarios, el número de DApps seguirá creciendo también al ritmo y variedad de lo que hemos presenciado en la Web 2.0.
Si quieres conocer de primera mano el mundo en expansión de la Web3, descarga el navegador Brave, que incluye de serie el criptomonedero de Brave para que puedas conectarte a las DApps de forma rápida, fácil y segura.