La mayoría de los sitios web, aplicaciones y otros servicios en línea (por ej.: plataformas de streaming como Netflix) de la actualidad están alojados en servidores que están alquilados o pertenecen a grandes empresas. Hay que entender los servidores como una ubicación física en el que “habita” una aplicación o sitio web, y la centralización se da cuando una empresa que proporciona un servicio web es responsable de sus propios servidores.
Esto significa, por ejemplo, que cuando ves tu serie favorita en Netflix, obtienes la transmisión directamente de los servidores que dicha empresa tiene en un almacén. Tu dispositivo (smartphone, televisor, tablet u ordenador) se comunica directamente con esos servidores, que están bajo el control total y absoluto de la propia Netflix, que decide el contenido que está disponible en su plataforma, las velocidades de transmisión permitidas y cómo y quién puede acceder a sus servidores.
No es a priori nada reseñable o extraño porque casi todo Internet funciona actualmente de la misma manera. Este modelo de Internet de propiedad centralizada es justo la Web 2.0. La Web3, sin embargo, es diferente. Es la web descentralizada, y pretende cambiar el paradigma actual, especialmente en lo referente al control de los servidores y la forma de acceder al contenido en línea.
Por ejemplo, en la Web 2.0, necesitas ingresar tu nombre de usuario o contraseña o recurrir a un servicio externo de autenticación como el llamado “Iniciar sesión con Google” para poder acceder a cada uno de los servicios en línea que consumes (como el de Netflix, sin ir más lejos). En la Web3, en cambio, tu combinación de nombre de usuario y contraseña te sirve para todo y no tienes que andar recordando cuál usas en cada servicio. ¿A que es maravilloso?
La web descentralizada es posible gracias a varias tecnologías de nuevo cuño que sustituyen las ya obsoletas tecnologías de la Web 2.0, como los servidores centralizados o los inicios de sesión. Hablamos de:
- Blockchain
- Nodos
- Criptomonedas
- Carteras de criptomonedas
Si es la primera vez que oyes hablar de alguna de ellas (o de todas), no te preocupes. En este artículo vamos a definir algunos de estos términos básicos y rascar la superficie de las tecnologías descentralizadas para que descubras qué pueden hacer y cómo funcionan en la Web3.
¿Qué es blockchain?
Una red de blockchain es un nuevo y revolucionario tipo de red que puede ser de naturaleza descentralizada. Gracias a la blockchain, un sitio web o aplicación puede “habitar” en multitud de servidores de distinta propiedad y funcionamiento independiente para evitar que esté bajo control de un individuo o empresa. La blockchain es el corazón de la Web3.
En esencia, una blockchain está formada por muchos ordenadores o servidores individuales que mantienen un registro compartido de datos, sin que sea un impedimento el carácter remoto de los mismos. A este registro compartido se le llama comúnmente “libro de contabilidad”, y de hecho funciona de un modo muy similar al tradicional. Los datos de estos libros de contabilidad compartidos pueden ser de cualquier tipo, pero los registros de transacciones de criptomonedas son a día de hoy los más habituales. Más adelante los abordaremos debidamente.
Los datos se agrupan en “bloques” y se encadenan secuencialmente para formar una cadena (en la que cada eslabón da apoyo al siguiente). Los nuevos bloques de datos se van añadiendo al final de la cadena conforme se van procesando, y cada bloque tiene una importancia crucial en la integridad de la cadena, porque si uno se rompe, toda la cadena se ve afectada.
Una vez agrupado un conjunto de transacciones en un bloque, la suma de todos los datos se somete a un método criptográfico llamado “hashing”, en el que todas las entradas (transacciones) generan un dato de salida exclusivo: el hash del identificador de transacción, que no es sino un valor hexadecimal (que solo significa 0–9 o a–f) que sirve para verificar la validez de un bloque cualquiera. Si alguien intenta manipular los datos de transacción de un bloque o añadir una transacción falsa, el hash del identificador de transacción del bloque se vería alterado, otros miembros de la red se percatarían de ello y todo el bloque acabaría siendo rechazado.
Descubre más sobre los fundamentos básicos de la tecnología blockchain.
¿De dónde provienen los nuevos bloques de una cadena?
Los nuevos bloques provienen de personas que interactúan con una red de blockchain. Por lo general, a día de hoy, esa interacción se produce al comerciar con criptomonedas, comprar NFT o jugar a juegos de la Web3, pero puede tener muchos más orígenes. Al final, lo que importa no es tanto la actividad en sí, sino lo que se origina con ella, porque los usuarios que tratan de completar transacciones en la blockchain crean la necesidad de añadir nuevos bloques al libro de contabilidad.
Lo más importante de todo es que ninguna empresa, informático o director general ejerce control sobre una blockchain. Son los miembros individuales de una red (cada uno de los usuarios que almacena una copia del libro de contabilidad de datos compartidos) los que han de reunirse como pares para alcanzar un consenso sobre el estado de la red, y ese estado determina quién posee activos y de cuáles se trata o quién ha enviado criptomonedas a qué otra persona.
En el mundo de la blockchain, a estos miembros participantes los llamamos “nodos”. En esencia, son ordenadores individuales conectados a la red de la blockchain que tienen la función de comunicarse entre ellos para tratar y validar la autenticidad de las nuevas transacciones y bloques de datos, y que han de trabajar luego conjuntamente para añadir nuevos bloques a la blockchain.
¿Cómo añaden los nodos nuevos bloques a la blockchain?
Como cada uno de los miles de nodos que componen una red de blockchain está gestionado por una persona, alcanzar un acuerdo conjunto no es tarea fácil. Si uno de ellos peca de avaricia y se ve tentado de colar un pago para sí mismo, en un bloque de transacciones, sin que nadie se enterase, ¿qué ocurriría?
A fin de facilitar el proceso de añadir nuevos bloques y mantener la honestidad de los nodos, la blockchain se vale de “mecanismos de consenso”, que son marcos y conjuntos de reglas cuidadosamente confeccionados para resolver disputas y garantizar la aprobación únicamente de transacciones válidas. El mecanismo de consenso original de la blockchain surgió en la red Bitcoin y se llama “Prueba de trabajo” (“Proof of Work” en inglés, o PoW).
En dicho mecanismo, se elige un nodo para que recopile todas las transacciones recientes en un bloque y lo añada a la cadena. Los nodos compiten entre ellos por este privilegio participando en un rompecabezas numérico. El primero que lo resuelve consigue “minar” el bloque, recopilando así sus transacciones y asegurándose de que los datos son auténticos. Seguidamente, se difunde el bloque al resto de nodos de la red para que lo verifiquen también. En las redes de blockchain con sistema PoW tradicional, como es el caso de la red Bitcoin, al menos el 51% de los nodos de la red debe dar luz verde a la validez de un bloque para que pueda añadirse a la cadena.
(Nota: Aunque PoW fue el primero, en la actualidad existen otros mecanismos de consenso (con procedimientos distintos) que producen bloques con mayor premura, reducen las tasas de transacción, etc.)
Cómo se garantiza la autenticidad de los bloques
Si un nodo difunde un bloque con transacciones manipuladas, los demás nodos lo detectarán al instante y lo rechazarán. Un gran cúmulo de nodos participan en la descentralización de la red, y estos nodos tienen incentivos económicos para mantener la integridad de la cadena. Aunque un puñado de nodos podría ponerse de acuerdo para tratar de confirmar transacciones manipuladas, es prácticamente imposible que conformen el 51% del total, especialmente en cadenas comúnmente utilizadas y con una gran reputación como Bitcoin o Ethereum. Al fin y al cabo, cuanto más participantes haya en una red, más descentralizada será y más complicado será manipular su cadena.
Esto contrasta con las finanzas tradicionales, en las que basta con manipular un nodo operado por un banco (su servidor central) para crear un desbarajuste. Un libro de contabilidad compartido, con sus miles de nodos independientes, siempre va a ser por ende más seguro que una base de datos centralizada.
Mientras gran parte de los nodos se comporten como deben, la blockchain estará a salvo de este tipo de manipulaciones. De hecho, las redes de blockchain tienden a estar mucho más aisladas de actos de manipulación que las bases de datos tradicionales, que están gestionadas de forma centralizada y funcionan a puerta cerrada.
Existe también un factor financiero que premia el comportamiento honesto de los nodos. Cuando un nodo añade con éxito un bloque nuevo, la blockchain le emite una “recompensa de bloque”, la cual es una compensación económica con criptomonedas asociadas a la cadena. Estas recompensas están por tanto reservadas para los bloques que tienen un correcto comportamiento. Si un bloque es rechazado porque un nodo ha mentido o añadido datos falsos, se le priva entonces de sus fondos y corre el riesgo de formar parte del listado de participantes malos. Los nodos honestos, de hecho, pueden rechazar o ignorar los datos que emitan otros nodos que han incurrido en mala praxis.
Al contar con estructuras seguras, mecanismos de consenso adecuados y una gran participación, las redes de blockchain tienen la capacidad de hacer algo que nunca antes ha sido posible en Internet: crear redes descentralizadas transparentes. Todo usuario con un ordenador y acceso a Internet puede auditar el historial completo de transacciones de la red. En otras palabras, es un adiós a la necesidad de confiar en autoridades centrales opacas.
¿Qué tienen en común la tecnología blockchain y la Web3?
Como hemos explicado, la blockchain es un novedoso sistema que permite a los miembros de una red alcanzar un consenso sin necesidad de una autoridad gobernante. La Web3, por su parte, es el Internet descentralizado; un Internet en el que las aplicaciones, los servicios en línea e incluso las finanzas no necesitan tampoco la intervención de una autoridad centralizada. Y justo ahí está el nexo que ambos tienen en común, porque la tecnología blockchain hace posible la descentralización por la que se rige la Web3.
En comparación, hay un mundo de diferencia con respecto a la Web 2.0.
En la Web 2.0, los usuarios conectan con sus ordenadores a los servidores centrales de las empresas (Wells Fargo, Facebook, etc.) para iniciar sesión y hacer cosas. En la Web 3, sin embargo, las redes de blockchain toman el lugar de las bases de datos y aplicaciones tradicionales y centralizadas que controlan el acceso de los usuarios al contenido y almacenan y hacen lo que les parece con sus datos.
Gracias a la blockchain, los usuarios ya no tienen que crear nombres de usuarios y contraseñas en servidores centralizados comandados por autoridades centrales que pueden bloquear, desactivar o limitar el acceso. En su lugar, los usuarios se conectan a sitios web y aplicaciones que tienen buena parte o directamente todos sus componentes alojados en redes de blockchain y que, por tanto, son parcial o totalmente descentralizados. A tales aplicaciones y sitios descentralizados se les conoce como “aplicaciones descentralizadas” en la Web3.
Los usuarios se valen de criptomonederos (que explicaremos en breve) para validar su acceso a las aplicaciones descentralizadas, completar transacciones con criptomonedas, publicar contenido en las nuevas redes sociales de la Web3 y realizar muchas otras acciones en el nuevo Internet, y la tecnología blockchain es el motor que posibilita e impulsa todo esto.
¿Qué son las criptomonedas y cómo se utilizan en la Web3?
Hace un rato hablamos de lo importante que son los incentivos a la hora de alcanzar un consenso entre los miembros (o nodos) de una red de blockchain, y justo en ellos entran en juego las criptomonedas.
Las criptomonedas son activos digitales que se hallan vinculados a redes concretas de blockchain. Cada blockchain suele tener una criptomoneda integrada de forma nativa en la red y en su mecanismo de consenso. Por ejemplo, en la red Bitcoin es el bitcoin (BTC), y en red Ethereum es el ether (ETH).
Las “recompensas de bloque” que se entregan por añadir o validar nuevos bloques en la cadena, que son el incentivo financiero para que los nodos hagan bien su trabajo, se componen precisamente de criptomonedas. Sin estos incentivos, los operadores de los nodos no tendrían motivo para apoyar las redes de blockchain por voluntad propia.
Gracias a las criptomonedas nativas que representan un valor digital, las redes de blockchain pueden emplear mecanismos de consenso para facilitar las operaciones que tengan lugar en la red, como las transferencias de activos o el añadido y validación de nuevos bloques. Por ejemplo, el envío de bitcoins de una persona a otra conlleva una comisión de transacción (o tasa o comisión de gas) para cubrir el uso de recursos de la red que precisa, como el gasto energético o la potencia de cálculo.
Estas transacciones, que se agrupan en bloques, acaban añadidas al libro de contabilidad por parte de los nodos de la red, los cuales, a su vez, reciben una compensación criptomonetaria por su participación en la misma.
Cartera de criptomonedas: almacenan activos y se conectan a la Web3
Dado el volumen de criptomonedas que está en constante movimiento para facilitar el funcionamiento de las redes descentralizadas, las carteras de criptomonedas tienen una importancia capital a la hora de almacenar activos con seguridad. Su finalidad es principalmente esa, pero también permiten transferir criptomonedas a otras personas, abonar las comisiones derivadas de las transacciones y mucho más. La Web3 sin carteras de criptomonedas no sería lo mismo.
Es más, si quieres disfrutar de todas las ventajas de la Web3, necesitas una cartera de criptomonedas. El motivo es simple: la web3 se basa en redes de blockchain, la blockchain emplea criptomonedas para sus operaciones y las criptomonedas precisan de carteras de criptomonedas para su almacenamiento, envío y uso. Esta casuística los convierte en un pasaporte a la Web3, pero con un funcionamiento distinto al pasaporte de viaje tradicional, ya que no depende de ninguna autoridad o gobierno central.
¿Cómo es posible iniciar sesión en una aplicación o sitio web de la Web3 con una cartera de criptomonedas?
Las carteras de criptomonedas utilizan claves privadas para acceder a “direcciones” públicas que hacen las veces de credenciales de inicio de sesión.
Las direcciones públicas de la blockchain son tal que así:
0x634790328Ab021cA1E9Cf80457E8f8eFc5E8bA79
Esa dirección es en realidad un identificador único de criptomonedero. Una especie de nombre de usuario, para que sea más fácil de entender. Si visitas un sitio web o aplicación de la Web3, te aparecerá un mensaje para que conectes tu criptomonedero. Usarías en ese caso tanto la dirección de tu criptomonedero como tu clave privada (que es más o menos una contraseña) para autorizar la conexión.
Lo realmente diferente en todo este asunto es que, mientras que en la Web 2.0 tienes que introducir nombres de usuario y contraseñas independientes para iniciar sesión en los distintos sitios web y aplicaciones, en la Web3 solo necesitas una dirección de criptomonedero y una clave privada accedas donde accedas. Todo está integrado a nivel de blockchain, criptomonedas y criptomonederos, por lo que tu dirección de criptomonedero sirve para todo, y encima te otorga un anonimato del que no dispones en la Web 2.0.
Por eso es tan maravillosa la descentralización, porque todo gira en torno a ella en la Web3.
Las bases de la Web3
Las redes de blockchain y las criptomonedas no son una parte extraña y tangencial del movimiento Web3. Son piezas fundamentales en los mecanismos de descentralización que hace posible el nuevo Internet e ingredientes troncales del sistema.
Sin criptomonedas, las redes de blockchain carecen del mecanismo incentivador que impulsa la participación en la red; sin criptomonederos, los usuarios no tienen donde almacenar sus criptomonedas ni una vía de acceso a la Web3, y sin redes de blockchain, la Web3 simple y llanamente no podría existir. A esto se reduce todo.
Todas estas tecnologías se unen para crear una versión descentralizada de Internet (esto que llamamos la Web3), y el navegador Brave, con su criptomonedero integrado de serie y su vínculo nativo con el Basic Attention Token (BAT), ofrece una puerta de entrada segura y rápida para empezar a explorar y disfrutar de la Web3.